Que fácil resulta decirlo.
Que fácil resulta escucharlo.
¡¡¡Qué difícil llevarlo a cabo!!!
Cuántas veces te lo han dicho. Un montón, muchas, demasiadas….
A mí creo que demasiadas. Sí, todos sabemos que es verdad. Que hay que quererse, conocerse, estar en paz con uno mismo, fluir… y un montón de cosas más.
Pero me puede explicar alguien cómo demonios se hace. Chica pues será que soy lerda o algo por el estilo, pero no tengo ni idea.
Tal vez exagere un pelín, sin embargo, nunca he sabido quererme en ciertos aspectos de mi vida ni en ciertas facetas de mi carácter y personalidad. Tengo muy claro lo que soy, mis virtudes y mis defectos. Tan claro como lo que quiero y no quiero en esta vida. Eso a ciertas personas de mi entorno asusta mucho y por descontado a todos los hombres que han formado parte de mi vida. Cosa que ha hecho que siga soltera y que todos me recuerden que se me pasa el arroz.
Bueno, incisos aparte, cómo puedo llegar a conocerme y quererme tanto en ciertos aspectos y en otros sentirme así de mal, y no hacerlo en absoluto. Yo sé que me conozco, lo sé. Pero cómo hago para quererme y darme a mí misma un respiro, no tratando de ser tan perfeccionista ni tan radical.
¿Cómo se hace?
Yo soy bastante tolerante, acepto todo tipo de ideología política y religiosa, acepto todo tipo de gustos sobre sexualidad, cada cual puede tener una opinión puesto que yo tengo la mía…. en fin, que fluyo bastante. Soy asertiva, directa, tajante a veces, como buena sagitario soy guerrillera y justiciera. Y, sin embargo, no me quiero. No me siento merecedora de que alguien me quiera. Entiéndase ese alguien, como un hombre que sea para formar una pareja, familia… Siempre tiendo a pensar, quién me va a querer a mí.
Sé desde una perspectiva racional que eso es una soberana tontería, pero emocionalmente no consigo modificar ese pensamiento. Veo videos, leo, hago cursos de Reiki, yoga, gestión de emociones, y nadie me dice cómo hacerlo. Cómo cambiar esa actitud y modificar ese sentimiento.
Sé que tengo una inteligencia emocional alta, siempre la he tenido, pero se ve que alguna clase en esta vida me he debido de saltar. Porque a mis treinta y tantos, sigo sin quererme del todo.