La puerta se abrió y él estaba allí. Aguardando mi llegada. Ansiando ver mi cara de sorpresa. Le dió tiempo a llegar. ¡Qué alergría! Habrá corrido mucho para hacer 400 kilométros en tan pocas horas. Salí corriendo como una loca. Loca de amor. Amor por él. Tiré la mochila en medio de la puerta de salida del aeropuerto. Y salté sobre él. Todo el mundo nos miraba. Era muy Love Actually. Me enganchó al vuelo. Que fuerte es. Me gusta tanto. Me hace sentir tan bien, pero tan bien que me duele a veces estar así. Y si se acaba. Y si dejamos de sentir esto. Y si no podemos seguir disfrutando de lo nuestro. Y si… ¡dejas de pensar y sigues besándolo!…
– Te echaba de menos…
– Y yo…
– Llevamos tres semanas sin vernos…
– Lo sé, cariño…
– Te quiero tanto…
– Y yo…
– Has venido…
– Tenía tantas ganas de tenerte entre mis brazos… Besarte y no soltarse.
– No lo hagas. No me sueltes. No me dejes de oler, de sentir…
Nooooo…… Noooooo meeee sueeeeelteeees….

Uffffff….. ¿Qué pasó? ¿Dónde estoy? Mierda… Me he vuelto a dormir. Estaba soñando.
¡Al menos esta vez era con los ojos cerrado!