No quiero un príncipe, tan sólo quiero un hombre. Pero uno de verdad. De los que no se asustan ante una mujer que no depende de él, de las que se enfundan unos tacones de doce centímetros para gustarse a ellas mismas y de paso a los demás, de las que saben qué hacer cuando pinchan una rueda y no es llamar al marido o novio de turno…

No necesito un príncipe, tan sólo quiero un hombre. De los de verdad. De los que sí se enamoran y no les asusta decirlo. De los que saben diferenciar las relaciones y no tienen miedo a darles nombres. De los que si quieren algo o alguien van a por ello.

No necesito ni un príncipe ni un hombre, pero sí, quiero un hombre. Para compartir, vivir, reír, amar, para caminar juntos el tiempo que queramos. Caminar y compartir hasta que cualquiera decida cambiar el rumbo.

No necesito un príncipe. Quiero un hombre…