[…] Su piel se erizó tanto que llegaba a doler pero aún así, no quería que parase.  Esa sensación no era para dejarla escapar ….
Hasta que notó uno de sus dedos en el interior de su boca, no dejó de disfrutar de los acelerados latidos de su corazón.
Era dulce, cálido,  húmedo y con sabor a su perfume preferido.
Y lo lamió hasta conseguir que a él se le erizara cada poro de su piel.
Y sintiera lo que ella… Lo que tan sólo comenzó con un suspiro.
Un suspiro de amor.