Comenzó con un suspiro.
Sus dedos la rozaron por la punta más distante de su pie.
Fue subiendo, sintiendo sus tobillos.
Estaba extasiada.
Sin apenas respiración.
Sus dedos iban ascendiendo.
Seduciendo cada centímetro de sus muslos.
Cada poro de su piel. […] Extracto del relato «Tan sólo un suspiro».