Entraron por sus oídos de manera segura y un tanto altaneras. Andandando a paso firme pero lento y con un leve aire de superioridad, dejándose notar, sentir y hasta incluso alabar. Esbeltas y con la cabeza muy alta para no perder detalle de su andar hacia ese ser nuevo y diferente que empezaban a conocer. Erguidas, con sus palos bien rectos y sus curvas luciendo un semicírculo perfecto, como pocas veces ocurría o más bien ninguna.
Tan sólo eran dos, una de ellas muy pequeña pero muy segura de sí misma, la otra sin embargo, más grande pero con un bagaje a sus espaldas que a primera vista o mejor dicho, a primer oído, impactaba, gustaba, o como la gran mayoría de las veces, asustaba. No sabía muy bien porqué causaba esa reacción; siempre que rondaba entre dos personas, entrando fácil y suavemente por canales acostumbrados a palabras peores y saliendo por labios, también a veces, mantenidos en la queja y en lo vanal, siempre eran acogidas con suma cautela y con algo de miedo, sin saber muy bien a qué.
Su ruta seguía con firmeza y cierta velocidad hacia el interior de ella. Era la primera vez que recorrían ese camino y no podía evitar cierta curiosidad por ver su reacción cuando llegarán a su destino y ella las escuchara por primera vez. No era común, más bien un tanto raro encontrar un ser donde ellas no hubieran estado con anterioridad, por lo que lo nuevo les atraía mucho y hacía de su paseo un disfrute más. Atravesando todo tipo de obstáculos, unos más fisiológicos y otros menos, consiguieron su objetivo sin renunciar a su placer. Se implantaron en una de sus neuronas y esperaron unos segundos a que la sinapsis hiciera su trabajo para que todas y cada una de ellas pudieran contarse el mensaje recibido y cuchichearan acerca de las dos forasteras que acabadan de anidar despues de años de espera. No se hizo esperar, todas al unísono trabajaron y sus ojos se iluminaron y comenzaron a brillar, derramando un par de lágrimas de felicidad. Su latido se aceleró, tal vez por nerviosismo, y su respiración se agitó suavemente. Sus labios temblorosos tan sólo fueron capaces de dejar salir entrecortadamente un «Yo también te quiero».